De vez en cuando, hay fortunas que se precipitan contra la tierra, como la lluvia, pero catastróficas corrompen el cambio, extravían la historia, fragmentando prótesis de alegría, donde de rupturas nace el vientre, del vientre la nostalgia y el recuerdo es la prueba única del ayer. De cuando en cuando, la maquina fabrica sueños, de aquellos con los que todos esperan algún día jugar, pero la moraleja de esto no existe, porque es un hoy, ahora y por siempre, infinito inexistente el que debe, el que acciona.
Cuando los pensares se fusionan con las mareas, con mariposas, con ilusiones, cuando el cuerpo se conecta y proyecta al fin su alma, libre para todos, pero no por cualesquiera, se detona un momento omitido, un árbol, una sinapsis, un impulso de amargo color, pero claro, siempre y más, con nubes en el cielo, resplandece al amanecer, junto a la esperanza, junto a la substancia y poemas de tinta verde. De ese amargo las palabras y de esas frases, sentimientos, duraderos no, prolongados y estacionarios, impropios, determinantes lícitos, que llevan consigo una carga, pero sería imprudente hablar de olivos, porque de suaves nubes se ha reído el rostro y de duras piedras a derramado el saturado objeto, santuario que incita estos versos.
Solitario le canta a la luna, apasionado ante su hermoso resplandor, fiel hasta el último suspiro, en búsqueda de más, porque para ella poco es suficiente, para él, siempre ha de haber engrandecimientos y es en esas andanzas que nómade, perplejo por lo expuesto, se resiste a caminar, porque serán esos pasos definitivos, porque serán aquellos la verdad, que legitima, que respira, que presenta, que con coraje o sin él, deberá afrontar.
Piedras y palos, risas y cantos, bailes al destino, alabanzas a los dioses, profundidad, presión, calor y frio, cosquillas dominando cada uno de los sentidos, siempre múltiple es única y para todos lados la presente, en base a supuestos, debería entonces no creerse, sino crearse, porque de imaginación se realizan las maquinas, con creatividad, con elocuencia y torpeza, con susurros y gritos, ante todo, con amor.
El viaje continúa pero ya no hay pasajeros a bordo, las aves volarán al sur inevitablemente en otoño…