domingo, 19 de enero de 2014

Infinito vacio

En lo profundo, oculto como algo privado, en la construcción de una vida, que compartida sin rumbo fijo, sin intención y más allá, casi en lo absurdo del pensamiento, en los delirios del consciente, conectados por sueños, por errores que no alcanzan a ser fantasías. Envueltos por la cultura, forjados en las reglas de la continuidad, incluso descifrados por nosotros mismos, por seres llenos de sentimientos y contradicciones, por laberintos pensados para evitar, para re definir, para hilar historias que dependan de una verdad agradable. Los recuerdos, la imaginación, los sentidos, la intuición, amargos, dulces, agrios, planos, ansiosos, deprimidos, sin búsqueda ni esfuerzo, presentes.

De la vida inconsecuentes, de la muerte indolentes, pero cuya apatía puede causar más felicidad que el daño inminente de ser precisos.

Aún cuando la luz brilla, cuando ese momento perpetúa la materia y decide generar el caos, ahí están sin importar algún absurdo o falso engaño, persistentes hasta que llenos de agua, rodeados de inocuidad, deciden mostrarse sinceros.

A momentos bajo la necesidad de desaparecer, de no dejar huella, de no mirar atrás, ni gritar ni murmurar, cuando la pena entra en gloria y majestad pronunciada por el orgullo, por la vanidad, por los lamentos de palabras suscitadas por el viento narciso, que con voz altanera menciona que ya fue suficiente.



Arrepentidas de la evolución, el destino les juega una mala pasada, donde transformarlo todo parece su única salida...