jueves, 4 de julio de 2013

Derechos Civiles o Guerra Civil


Durante toda mi vida he probado los distintos sabores y matices de lo que ésta puede ser y sin duda me quedan muchos por conocer, todos y cada uno de estos fueron proporcionados en diversas circunstancias y cada uno forjo lo que hoy soy. La realidad es que he sido muy afortunado en el proceso, puesto aquellas personas que influyen día a día y de qué manera me relaciono con estas, me otorga la libertad de elegir quién quiero ser; en un inicio y principalmente mi familia. Lo que no se debe permitir es que no todos puedan ser libres, que no a todos se le entreguen las herramientas y habilidades de vida que se deben dar, porque hoy sé, que si no soy feliz con lo que hago tengo la opción de dejar de hacerlo, de conseguir lo que quiero para mi vida y de cómo voy a llevar a cabo esta, porque siempre he sabido que recursos hay de sobra y que todos, absolutamente todos y cada uno podemos ser felices. El problema es que mis condiciones son exclusivamente mías y cada una de las personas que existen en este mundo, en este país, necesita que se le aseguren las condiciones básicas para comprender esto, para poder ser distintos y asegurarles que el Estado no es un opositor a esto y no lo están permitiendo.


Es imperiosa la necesidad de que se constituya un Estado donde no se vulneren los Derechos Humanos. 


A través del tiempo los diversos movimientos a nivel nacional y mundial han destacado que no son los hombres y mujeres representantes de grupos, masas, pueblos enteros, los importantes, sino las causas por las cuales luchan, por las cuales están unidos y protestan.

Es ante el rechazo de la negociación, ante la terca subestimación de lo que una mujer u hombre libre pueden hacer que se manifiesta de manera indiscutible el lema “Derechos Civiles o Guerra Civil”.

Yo, soy un hombre libre por ley, me identifico como un homosexual y estoy constantemente atento a las instancias en las que puedo participar para hacer valer que “Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos.” Reconociendo que el Estado al que pertenezco “está al servicio de la persona humana y su finalidad es promover el bien común, para lo cual debe contribuir a crear las condiciones sociales que permitan a todos y a cada uno de los integrantes de la comunidad nacional su mayor realización espiritual y material posible”. 

Fueron muchos los que en su lucha permitieron que hoy me encontrase aquí, escribiendo esto y feliz, seremos aún más, los que con nuestra lucha otorgaremos oportunidades a cada persona para que pueda elegir.

Bubbles

Desde el momento en que existió, tan fuerte y robusto, creado por la razón y el infortunio.

Inentendible, casi impalpable el pasado y para cada día una acción distinta a la anterior, pero bajo los mismo términos de angustia.

Cuando el pensar agota las opciones y la química deja de cumplir su función, entonces los recuerdos afloran como si fuesen pétalos caídos, vencidos por el tiempo flotando en la laguna. Entonces el alma quiere dar un giro, mirar atrás y notar que ya no hay nada, notar que nadie sigue sus pasos y que lo único que le queda es caminar, porque el perdón es una excusa, una vil trampa al otro que afronta el peor destino y aterrador comienzo, si, una falta de respeto considerarse tan importante, considerar y comprender que la vida hay que valorarla como si fuera un bien del cual sujetos, podamos aprovecharnos, una actitud egoísta, poco sensata.

Porque las palabras nacen de la necesidad de comunicar, de entregarle al otro la voluntad, hacer ver lo que vemos, no mentir con nuestra historia y crear ese fiel recuerdo, ajeno a lo instintivo, a lo humano, casi animal. Pido perdón, perdón por ser tan cobarde, perdón por no cumplir mis promesas, perdón por decir que siempre iba a ser yo, que estaría alegre, que podría correr sin miedo, que diría la verdad, que no buscaría en ti un yo, que no sería nunca un nosotros. Porque nunca fui tan fuerte, porque el miedo siempre tomó poder y la cobardía se camuflo, porque temía ser amado, porque siempre huí del momento y cuando estuvo ahí mostré desprecio. Es un simple perder, caer y decir ya basta, no soy yo, no quiero serlo, nunca quise, y sufro por lo que he hecho de mí.

Volví el tiempo atrás y vi como caminaba desnudo, vi como jugaba contento, como inocentemente quería ser un adulto, pero nunca valoró la pubertad de su gesto, el arrebato injusto, pendenciero.

Hubo momentos para los cuales fui hecho, para los que tenía que ser yo y no otro, momentos que a todos gustaron, que disfrutaron hasta más no poder, pero esos momentos quedaron en el olvido, ya no soy de ellos ni ellos de mi y aunque me encantaría volver a andar, aprender, crecer, implica perderlo, implica sacrificio, implica un estar solo y en soledad romper, gritar, llorar. Para todo esto implica subir y seguir subiendo, para y cada, por cuanto y quien, hacer de mi lo que quise hacer desde ya hace tiempo.