martes, 19 de julio de 2016

Atemporal

Ante la evidencia tan clara no era posible delirar, negar lo que ha vivido, lo que se ha transformado, palpar nuestra piel y comprender el veredicto de la naturaleza advirtiendo la eficacia del universo en la creación de un ciclo. El cuestionamiento, sin embargo, surge al momento de resolver si esa constante estaría determinada por un vórtice de transformación o sería la muerte el cimiento de nuevas sinapsis.

No es sencillo leer el futuro, pero en la observación es determinante poder recrear los patrones que ridiculizados parecen ser menos frágiles y más moldeables de lo que en verdad son, como si la constelación permitiera que el equilibrio se manifestara en simples dualidades visitadas por todo ser que se reconoce como posible o imposible.

La apropiación en la historia, el don de poseer y el obsequio de lo liberado, la dominación del tiempo y el miedo a desaparecer, como detectando en un repetitivo sesgo una posición en el espacio, un precio, un valor a cada momento, distribuyendo los momentos de felicidad que, sobrevalorada, debería utilizar la compleja enormidad de todo lo que significa y se construye en cada instante.

Cabal y reducido, por andares lejanos a lo instintivo, devaluando la voluntad del cuerpo, desperdiciando millones de pensamientos que configuraron la abolición de la esclavitud, reforzando a cada momento al individuo, que por casualidad no inusitada, se torna a las comunidades para atenuar la abstracción de la creación. Constatando un encierro, poniendo lugares para calzar cada letra, sembrando los juegos que divertidos y fantasiosos guiarán a la evolución, fálicos y desvirtuados de lo azaroso. 

Hoy se camina entre las ansias del tiempo que viene y la nostalgia del tiempo que fue, instante indeterminado que algunos llaman presente sin saber que le otorgan existencia a un estado que, no siendo capaces de constituir, es por sí mismo.

La convocatoria dio comienzo a las estrellas, como la sabiduría escrita en el cielo, como los movimientos transforman la danza y el viento las alas de lo infinito, se elevó la solicitud para no olvidar el registro, porque las maquinas que mantendrán el ritmo nunca han tenido tal fuerza de sostenerse en sí mismas, por si solas y para ser o estar, porque el placebo de lo ineludible es comenzar creyendo que es posible dominar, que es posible implantar cuando nunca habrá tan probablemente un siempre como para poder escribirlo.