domingo, 13 de febrero de 2011

Amor

La esencia es algo tan sutil.

La permanencia de un estado, de un recuerdo o emoción fugaz cual mariposa flota sobre el agua, eternos pensamientos que residen en un ser supremo al cual no tenemos acceso, pero creemos fielmente en él, en que es capaz de llevarnos a hacer las cosas menos debidas, que nos motiva con fines ilógicos y violentos, un maestro que no hace más que manejar con hilos cada movimiento, cada paso, que muchas veces para quienes creen entendernos es el dueño de la verdad.
Delicado como indestructible es el amor, sensación de vacío cuando se tiene, de felicidad cuando se espera, carencia de recuerdos y exceso de emociones que confundidas se relacionan con personas indebidas, se pierden en importantes ecuaciones matemáticas que preocupan al que duerme conmigo y se despierta en el instante menos preciso.
Delante esta aquel organismo insípido, que de apariencia desagradable me cautiva y de vida tentadora cual águila no me invita a volar consigo. Rocíos de arena y cantos como alabanza de un rey a un vagabundo, se vuelve ilógico el sentimiento y es cuando comprendo que mi filosofía no existe sin otro ente desagradable, que mi cuerpo sigue en el ayer y mañana, pero el ahora es una verdad demasiado subjetiva como para pensar en que la naturaleza es verdadera y asocia las cosas como debe.
No absorbe al burro pensar, trata de no hacerlo porque entonces comete el error estúpido de creer que es dueño de los arbustos y que de ellos se alimentara por siempre, que las aves lo acompañan donde quiera, puesto son mensajeras de su propia verdad, pero esa verdad es única, porque existen tantas pero son todas tan distintas, como aves que vuelan sobre el mar, sobre las montañas y árboles que sembrados hace unos instantes llevan años arraigados en esta tierra de marejadas y explosiones, de cuyo creador y único protagonista, que en el peor momento decide compartir terreno con otro burro sin inconciente.
No es una la respuesta, existen miles y de todas ellas en el momento en que la mariposa intente volar, dejar la calma y el agua expanda su onda en alabanza a su fortuna, va a ser cuando de todas esas no elija ninguna, porque la mejor es la que se suscita y no se excita con palabras escritas en la biblia o en un cuento con un final feliz.


La vida es vivir el sueño, no dejarlo volar junto con los años ni las metas.


Viernes, 10 de septiembre de 2010 a las 1:4

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