viernes, 2 de diciembre de 2011

Vagabundo

Con el sol a espaldas, la sombra se desvanece y la brisa cesa, notándose lo infinito que a rastras se escondía tras lamentar. De coraje y egoísmo, las andanzas por caminos que reconocidos fueron transitados por animales distintos del hombre, residuos de inocencia y color, bañados en lagrimas de la memoria.

Amaneceres inconclusos, rondas nocturnas por cada segundo que etéreo irrumpen los silencios de más y más impulsos. Notásemos en cada piedra su volumen, fragmentásemos para cada vergüenza la sonrisa, observar a quien de intrépido osa reducirse a estallidos de feminismo, revueltas de comunistas afrontándose al consumo de un alma inapropiada.

Sucia y desgarradora, no me exige más de lo que me permito, pero detiene ese momento preciso que busca mantenerse, que golpea fuerte y grita desesperado por evocar más de una, son varias y lo logran, rejuvenecen lo que en reliquias mantuvo poco valor, cortando el viento, cortando el aire, cortando un suspiro.

De ser, y no lo soy, de vivir y no lo siento, de correr y sin movimiento, nadar en silencio bajo la luna, desnudo y con la calidez del viento, mostrando estrellas en el cielo, rodeado de bosques, en la cima de una montaña, yace la voz de este hombre.

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